El Sr. Dilettante ha sido invitado mañana a una despedida de soltera. Aunque en principio suelo considerar este tipo de fiesta como una cutrez mayúscula he asistido a unos cuantos eventos de estas características, llegando incluso, en una ocasión muy especial, a organizar una. Organizar un último fiestorro porque consideras que el matrimonio va a arruinar tus posibilidades de diversión nocturna y de relacionarte con tus amigos/as de toda la vida ya es un argumento definitivo contra esa sacrosanta institución.
De cualquier forma, una vez que el varón o la mujer han asumido que van a dar por finalizada esa idealizada vida nocturna de crápula que casi todos hemos creído llevar alguna vez, sigue siendo una majadería despedirte de esa vida embruteciéndote hasta el infinito y mas allá con grasazas y alcoholes de ínfima calidad, disfrazado como para hacer reír (dando en realidad algo de pena), dando grandes voces e incluyendo simulacros de sexo con algún espectáculo erótico.
La velada se suele iniciar en algún bar próximo al chiscón donde se dará cuenta de la cena. Es posible que allí mismo entre bromas soeces y ya calientes por la ingesta de los primeros botellines los invitados procedan a disfrazar al novio o la novia de algo estrafalario (preso, torero, etc…) y a colocarse ellos mismos algún complemento vergonzante (unas antenitas, una gorra con un pene, camisetas conmemorativas…), mientras sigue corriendo la cerveza. Señalar que a estos eventos siempre acude algún pariente lejano o amigo que no conoce al resto y le cuesta entrar un poquito más en la fiesss.
Luego ya se dirigen todos en procesión al local elegido para la cena. Existen locales especializados en este tipo de festejos (los cuales no conozco todavía) y otros que se adaptan para los mismos, es decir te ofrecen panecillos y postres con formas que recuerdan vagamente un sexo femenino o uno masculino. Esto da lugar a una cascada de bromas y chistes de un gusto cuanto menos dudoso. La cena está trufada de brindis y de invitaciones al novio o novia para que hable. Éste toma la palabra varias veces y dependiendo de su tolerancia al alcohol puede desde seguir con los chascarrillos hasta jurar amor eterno a los allí presentes asegurando que jamás olvidará esa noche (algo rigurosamente cierto, siempre hay alguien con una cámara de fotos).
Tras la cena y ya completamente enardecidos las opciones varían desde ir a espectáculos eróticos donde los strippers suelen sacar al novio/a para realizarle unos tocamientos supuestamente cachondos, o a los bares y dicopubes habituales a bailar y beber como posesos. Ocasionalmente si de un varón se trata se puede acabar en un club de alterne para que el novio culmine tan sublime ocasión retozando con alguna mercenaria y arrastre un cargo de conciencia terrible durante algunos días.
Ya les contaré como me ha ido
De cualquier forma, una vez que el varón o la mujer han asumido que van a dar por finalizada esa idealizada vida nocturna de crápula que casi todos hemos creído llevar alguna vez, sigue siendo una majadería despedirte de esa vida embruteciéndote hasta el infinito y mas allá con grasazas y alcoholes de ínfima calidad, disfrazado como para hacer reír (dando en realidad algo de pena), dando grandes voces e incluyendo simulacros de sexo con algún espectáculo erótico.
La velada se suele iniciar en algún bar próximo al chiscón donde se dará cuenta de la cena. Es posible que allí mismo entre bromas soeces y ya calientes por la ingesta de los primeros botellines los invitados procedan a disfrazar al novio o la novia de algo estrafalario (preso, torero, etc…) y a colocarse ellos mismos algún complemento vergonzante (unas antenitas, una gorra con un pene, camisetas conmemorativas…), mientras sigue corriendo la cerveza. Señalar que a estos eventos siempre acude algún pariente lejano o amigo que no conoce al resto y le cuesta entrar un poquito más en la fiesss.
Luego ya se dirigen todos en procesión al local elegido para la cena. Existen locales especializados en este tipo de festejos (los cuales no conozco todavía) y otros que se adaptan para los mismos, es decir te ofrecen panecillos y postres con formas que recuerdan vagamente un sexo femenino o uno masculino. Esto da lugar a una cascada de bromas y chistes de un gusto cuanto menos dudoso. La cena está trufada de brindis y de invitaciones al novio o novia para que hable. Éste toma la palabra varias veces y dependiendo de su tolerancia al alcohol puede desde seguir con los chascarrillos hasta jurar amor eterno a los allí presentes asegurando que jamás olvidará esa noche (algo rigurosamente cierto, siempre hay alguien con una cámara de fotos).
Tras la cena y ya completamente enardecidos las opciones varían desde ir a espectáculos eróticos donde los strippers suelen sacar al novio/a para realizarle unos tocamientos supuestamente cachondos, o a los bares y dicopubes habituales a bailar y beber como posesos. Ocasionalmente si de un varón se trata se puede acabar en un club de alterne para que el novio culmine tan sublime ocasión retozando con alguna mercenaria y arrastre un cargo de conciencia terrible durante algunos días.
Ya les contaré como me ha ido