
El Sr. Dilettante ha utilizado el mes de mayo, sin ninguna razón en especial, para repasar algunos libros que por diferentes razones le gustaron y que, sin ser grandes obras maestras, proporcionan tardes (y noches) enteras de diversión.
Aproveché un viaje a casa de mis padres, donde se encuentra el grueso de la Biblioteca Dilettante, para rescatar, entre otros, la trilogía de “El rey reluctante” de L: Sprague De Camp, que publicó EDAF en su colección Icaro Fantasía entre los años 1990 y 1991. Se compone de “La torre encantada”, “Los relojes de Iraz” y “El rey que salvó su cabeza”.
El argumento son las aventuras de Jorian, rey de Xylar. La tradición de este pequeño país dicta que el rey debe de ser decapitado tras cinco años de mandato y que su sucesor será aquella persona de las que asiste a la ejecución que consiga hacerse con la cabeza coronada que el verdugo les arroja. Por supuesto Jorian, con ayuda del mago Karadur, consigue escapar de la ejecución. La crónica de las distintas peripecias por las que pasa nuestro personaje hasta que finalmente consigue instalarse tranquilamente como relojero (su verdadero afán) nos lleva a conocer las diferentes civilizaciones en las que el autor ha ambientado su saga. Lejos de la épica de “El Señor de los Anillos” el tono es humorístico, presentándonos a un artesano, que de alguna manera es el prototipo idealizado del ciudadano estadounidense medio, al que su ingenio, habilidad en distintas profesiones manuales y pragmatismo, le hace imponerse sobre la nobleza y los magos.

Lyon Sprague De Camp (Nueva York, 27 de noviembre de 1907 — Plano, Texas, 6 de noviembre de 2000) fue un escritor de fantasía y ciencia ficción. Es conocido por haber completado historias de Conan el Barbaro que su creador R.E. Howard dejó inconclusas a su muerte, así como por otras que él mismo escribió y participando además como asesor en las películas de Conan que se rodaron en la década delos 80 del siglo pasado. Fue un escritor prolífico que publico númerosos cuentos, novelas, obras de no ficción y poemas a lo largo de su vida.
Otra de sus obras, muy del agrado del Sr. Dilettante, es “Que no desciendan las tinieblas” (Pulp Ediciones, 2001), en la que usa el mismo recurso de viaje en el tiempo que Mark Twain en “Un yanqui en la corte del Rey Arturo”. Padway, un arqueólogo norteamericano, llega a un imperio romano en decadencia del año 535 de manera milagrosa, allí intenta detener la invasión de los barbaros para evitar así el advenimiento de la oscura edad media y lograr perpetuar la cultura clásica. Todo un clásico en el mundo de las ucronías, aunque sin llegar a la excelencia de su principal fuente de inspiración.
Lo dicho, lecturas placenteras para las tardes dominicales.
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