
Otra película con bebé…mutante. Película dirigida a mediados de los 70 por Larry Cohen, nada que ver creo con los hermanos Cohen, que se atreve a ser explícito con algo que nadie se atreve a decir: A veces los bebés son unos monstruos.
Las crías humanas llevan incorporadas de serie una característica fundamental que incrementa sus posibilidades de aceptación por parte de sus progenitores que impide que sean abandonadas o devoradas. A falta de una palabra mejor introduciré el término nada científico de “pocholez” que se podría definir como la característica que hace que adultos cabales dejemos en suspenso el raciocinio y el sentido común y empecemos a decir tonterías impostando voces delante de una cuna.
El bebé de la película de Cohen no es pocholo. Nace con un apetito de sangre desmesurado y con la dentición completa. Primero se carga a todo el equipo médico que atiende el parto de su madre y luego se escapa por Los Ángeles para seguir haciendo de las suyas. Como es un bebé enseguida echa de menos a su familia y, no se sabe muy bien como, se encamina a casa de sus progenitores. Allí le espera una madre desolada y un padre que reniega del monstruo mientras carga sus pistolas. Finalmente el padre acepta a su hijo tal y como es, aunque la bestia debe morir. En un acto de justicia poética, antes de caer acribillado por las balas de la policía, el bebé es capaz todavía de matar al científico que indirectamente ha provocado su mutación. ¿Fin?, de ninguna manera, antes de que aparezcan los títulos de crédito nos entramos que ha nacido otro bebé mutante en Seattle. Fin.
Larry Cohen dijo a propósito de esta obra: “La película intentaba hablar sobre los sentimientos de los padres hacia un hijo que resulta ser diferente. Cuando hice el film, la gente estaba preocupada por sus hijos, porque llevaban el pelo largo, fumaban hierba y follaban. Los padres echaban a sus hijos de casa porque no podían controlarlos, y existía un miedo generalizado hacia las generaciones jóvenes por parte de las generaciones mayores”. En fin, parece ser que tan nobles propósitos se vieron malinterpretados por el público que la consideró un alegato antiabortista.
La ciencia ficción cinematográfica de los 70 es extremadamente amarga. Sin apenas confianza en el género humano dibuja escenarios de futuros desoladores: Cuando el futuro nos alcance, Rollerball, El Planeta de los Simios, son buenos ejemplos de ello. Estoy vivo nos coloca en la antesala de esos futuros y de cómo el hombre es el artífice de su propia destrucción.
Ramones tituló “It’s Alive” a su mítico disco doble en directo grabado la Nochevieja del 77 en el Teatro Rainbow, sin duda uno de los mejores discos de rock and roll de la historia y el primer vinilo que adquirió el Sr. Dilettante en el feliz año 1979.

Me voy a ver al joven Dilettante que me parece que tiene hambre…
