domingo, 9 de octubre de 2011

LUCÍA FIGAR Y LA CHACHA FILIPINA

Lucía Figar, Consejera de Educación y Empleo de la Comunidad de Madrid, ha recurrido, según el diario "Público", a una artimaña para poder eludir la bolsa de empleo y contratar a una empleada del hogar que residía en el extranjero. La treta no le ha salido bien ya que se ha considerado que el dominio del tagalo, requisito indispensable según nuestra exquisita consejera para quitar el polvo a sus muebles, no se considera una cualificación necesaria para las empleadas del hogar. Se ve que esta servidora pública quería contratar los servicios de una eficiente trabajadora filipina residente en Noruega pese a haber en nuestra Comunidad otras personas aptas para ese empleo.
Lucía Figar fue miembro de lo que se vino a llamar "el clan Becerril", un grupo de pijos ambiciosos que rondaban a Aznar cuando éste era el líder cósmico de Celtiberia, cuyo máximo representante es el cetrino Agag, un oscuro mercachifle que logró emparentarse, vía gineceo, con nuestro diminuto mandamás.
Aunque con las barbaridades que dice y hace esta señora, asunto gravísimo tratandose de la máxima responsable de educación en Madrid, en esta ocasión me permito señalar lo risible de las preocupaciones cotidianas de esta alta mandataria, que supongo dan medida de su talla personal. La chacha filipina, el estereotipo de los ricos españoles y sus chalets en Puerta de Hierro, resulta que es verdad. Y nuestra excelentísima Consejera pierde el culo por ajustase al mismo.
Lo peor de todo es que a esta titana la hemos elegido nosotros, y lo mas triste es que lo volveremos a hacer.

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