miércoles, 28 de noviembre de 2007

¿Dónde vas IMBECIL? Mírale, mírale… ¿Pero qué hace ese CABRÓN?

Lo confieso. Conducir por la ciudad hace al Sr. Dilettante peor persona. Desde hace unos meses y con el afán de ganar un poco de tiempo a la vida he decidido usar el Dilettant-móvil en detrimento del transporte público para ir al trabajo. Como consecuencia directa de esta decisión, todas las mañanas y durante los cuarenta minutos que dura el trayecto de ida y durante los cuarenta del regreso, me dirijo a un copiloto imaginario con el que comento a grandes voces y expresiones gruesas las diversas incidencias que se van sucediendo.
Se pueden suponer que cuando el copiloto es la Sra. Dilettante no sucede lo mismo. Ésta censura despiadadamente cualquier atisbo de comportamiento gañán, por lo que debo reprimir mis instintos naturales y callar mis exabruptos, algunos realmente elaborados e ingeniosos, o al menos mascullarlos entre dientes. Y eso, como ustedes ya saben, tiene muchísima menos gracia.
Sirva en mi descargo que la mayoría de nosotros en cuanto nos recubrimos con la coraza de nuestro utilitario nos comportamos con un escaso respeto hacia las convenciones sociales mínimas y a veces con un desprecio insensato hacia la vida propia y ajena.
En las retenciones que se forman habitualmente en las horas punta, en las que las personas sensatas deberían aprovechar para oír música, fumarse un cigarrillo o repasar mentalmente las tareas del día, el conductor medio frunce el ceño, se aferra al volante y se dispone a librar una feroz batalla contra el resto de los conductores, contra el tiempo y contra el mismo dios si fuera menester.
Esos conductores que circulan en un continuo zigzag, siempre atentos al carril que aparentemente transita con mayor fluidez, aprovechando hasta el último milímetro de la distancia de seguridad que otros conductores dejan. Aquellos que ignoran las largas colas que se forman para acceder a alguna vía y que intentan entre bocinazos y gestos torvos colocarse en una situación más ventajosa. Esos jueces implacables que no perdonan la ignorancia, el despiste o la poca destreza de otros, considerándolo como una afrenta personal y que lo manifiestan con aspavientos y largas pitadas.
Este es el panorama diario al que me enfrento todos los días, demasiado tiempo perdido en un escenario espeluznante.
Bien. Comportamiento erróneo detectado. Hago propósito de enmienda.

lunes, 26 de noviembre de 2007

NOSTALGIA DE LO NO VIVIDO





Hace unas semanas los Dilettante nos acercamos a ver la exposición del fotógrafo Agustí Centelles (1909-1985). Considerado por algunos como el Robert Capa español, retrató como reportero la España que va de 1934 a 1939. Posteriormente, exiliado y recluido en el campo de concentración de Bram en Francia, documentó las miserias de miles de españoles en ese infierno. Todos los negativos correspondientes a esa época estuvieron escondidos en Carcassone hasta la muerte del dictador Franco. A su regreso a España, no pudiendo ejercer como reportero por su pasado republicano, se dedicó a la fotografía publicitaria hasta su jubilación.
A la salida de la exposición y delante de unas cañas (el aperitivo es la comida más importante del día), la Sra. Diettante manifestó su desazón, tras haber contemplado las imágenes de la vida social de la España de la República, cuando la mujer empezaba a encontrar su propio hueco en la sociedad española, por todo lo que destruyo el franquismo y por todo lo que nos arrebato a los españoles. Un robo de un país, cuyas repercusiones atenuadas por el tiempo, todavía seguimos padeciendo.
Estuve totalmente de acuerdo con ella ya que yo mismo tuve esa sensación hace unos años. Coincidió en el tiempo un proyecto sobre el exilio republicano que comprendía un documental y una exposición y mi aproximación a la llamada “Edad de Plata” (lo que en mis tiempos de bachiller se llamaba la “Generación del 98” y la “Generación del 27”) y me asaltó una desazón similar. Una nostalgia vívida por lo que debió de haber sido y no fue, por lo que seríamos ahora si las hordas de la España más negra no hubieran truncado de un sablazo un proyecto ilusionante de progreso social que estaba colocando a España en la vanguardia del mundo. Los mejores talentos de nuestro país, artísticos, científicos y del pensamiento, puestos al servicio de la sociedad. Una sociedad que, cada vez más consciente de su situación, se sacudía de encima siglos de represión.
Todo truncado por la traición de unos militares con el apoyo de las fuerzas más oscuras de este país. Una guerra civil atroz, el exilio o la muerte del mejor capital humano (artistas, científicos, filósofos, maestros…) y la represión de los millones de españoles que tuvieron que padecer el largo invierno del franquismo en sus cuerpos y mentes.
Al Sr. Dilettante le gusta ocasionalmente especular sobre como seríamos si esto no hubiera sucedido. Cuando consigue superar su habitual misantropía cree que, posiblemente, algo mejores de lo que somos ahora.

martes, 13 de noviembre de 2007

LA BANALIDAD COMO ESTADO DE CONCIENCIA


El Sr. Dilettante se vio directamente interpelado por una portada del “Tentaciones” de hace un mes en la que básicamente se planteaba la cuestión de que Internet, lejos de ser una maravillosa herramienta social que permitiría a todos los seres humanos participar en igualdad de oportunidades en la sociedad de la información, se había convertido en el paraíso del porno y de los videos chuscos de “You Tube”.
Lástima que con una premisa inicial tan buena, el necio panfletillo despachase el artículo con unos cuantos “artistas” que lamentaban que el acceso masivo a Internet colocaba a los “autenticos creadores” entre miles y miles de páginas web, impidiendo que su talento brillase con esplendor. Finalizababa el artículo con un listado de páginas web “guais” muy en la línea del “Tentaciones”.
Supongo que el Sr. Dilettante debería sentirse culpable por participar en esa enorme pantalla de blogs insulsos y banales paginillas, que lejos de aportar nada a la sociedad, oscurecen e impiden la visualización de la auténtica creación y del pensamiento brillante, para maravillarnos y epatarnos con sus geniales ocurrencias e ideas, y así ser todos mejores personas.
Pues siento defraudarles pero no. Considero que el acceso masivo (que no universal, ya que no conozco ninguna página web de Burundi)a Internet solo lo ha convertido en un reflejo fiel de la sociedad en la que vivimos. El anonimato (aparente) y la intimidad en el acceso a la red ayuda mucho al internauta a mostrarse realmente como es.
Así, que una página como “Putalocura” sea una de las páginas mas visitadas por el internauta castellanohablante es un ejemplo claro de lo que quiero decir. “Putalocura”, creación de Natxo Allende aka “Torbe” (al que por otra parte su afán y perseverancia por hacer lo que le da la gana merece todos mis respetos), mezcla de página porno y las reflexiones chorras del propio “Torbe” sobre el mundo en general (y escaparate de sus webs de pago), es exactamente el paradigma de lo banal, pero sin trampa ni cartón, ofreciendo a la gente lo que quiere la buena gente. Una sociedad de “productores” demasiado cansados por su trabajo e insensibilizados por los medios, digámoslo así, serios. Y así es como nos quieren las altas instancias, que seamos unos buenos “productores-consumidores” con un estado de conciencia banal y que nos neguemos a replantearnos el estado de las cosas.
Un creador de opinión banal pero camuflado con una gruesa capa de barniz cultural (dorado) es el ínclito Cesar Vidal. Hombre del renacimiento con unos conocimientos portentosos, que en una tarde te escribe un librito sobre la república, un artículo de opinión sobre la educación para la ciudadanía y te editorializa en “La Linterna” sobre el malvado gobierno socialista citándote de paso a tres filósofos griegos y a dos padres de la iglesia. Eso sí, todo sin salirse jamás del tópico de “EL SENTIDO COMÚN”, es decir una mezcla del egoísmo más atroz y de la sumisión más abyecta al amo del cortijo. Todo eso, a la buena gente nos suena muy bien, nos exige poca o ninguna reflexión y nos permite además expresar nuestra opinión a grandes voces en las tascas “sin pelos en la lengua”.
En el otro extremo del estrecho (estrechísimo) arco ideológico tenemos a otros grandísimos comunicadores, que, sin ser tan pródigos con su obra como Don Cesar, se aferran a un buen puñado de tópicos progresistas (jajaja, disculpen) y nos proporcionan el mismo tipo de soma intelectual que el mencionado plumillas.
Con este panorama, bien asentado un estado de conciencia banal, no resulta extraño que el internauta cuando navega, en lugar de buscar afanosamente las últimas tesis sobre sus filósofos de cabecera, se meta en la página de “Yonkis” a echarse unas risas y si además, se pone un poco burro con las tetas y culos que salen, pues mejor, oiga. (el del ejemplo es un internauta varón, quede claro).
Internet, como casi todo, es una herramienta cargada de potencialidad, ¿acaso la Tv no lo es?. Que los consumidores podamos además ser productores no la convierte en algo peor. A la mayoría al fin y al cabo solo nos mueve un patético, pero legítimo, afán de ser escuchados. Un afán mucho mas digno que el del lucro indecente o el de ser vocero de un amo en un medio ya establecido.
Por cierto, los que si saben como aprovechar la potencialidad de internet como arma cargada de futuro son los neofundamentalistas islámicos. La “umma” virtual fuertemente ideologizada con sus páginas web y caminos virtuales secretos es ya toda una realidad.
Vale, eso esta muy bien, se dirán ustedes. Pero… ¿Qué nos esta proponiendo el Sr. Dilettante? Yoooo, nada. Vámonos a tomar unas cañas.